En medio del Atlántico Norte, entre el Reino Unido, Islandia y Noruega, se encuentra el archipiélago de las Islas Feroe: un lugar remoto y salvaje compuesto por 18 islas rocosas volcánicas que están interconectadas por túneles, pasos elevados y puentes.
Estas islas, donde hay más ovejas que personas, han estado aisladas del mundo durante mucho tiempo, pero eso está cambiando. Una curiosidad interesante es que el tráfico en el archipiélago se controla con solo cinco semáforos, todos ubicados en la misma ciudad.
Un país con cinco semáforos y una rotonda submarina en Europa
Las Islas Feroe (Færøerne en danés, que significa «islas de corderos») forma un país insular peculiar en Europa que pertenece al Reino de Dinamarca. Tiene una superficie de solo 1.393 km² y alberga menos de 50.000 habitantes (la mitad de ellos en la capital Tórshavn) y más de 70.000 ovejas.
El archipiélago feroés consta de 18 islas de origen volcánico, de las cuales 17 están habitadas, y su economía se basa principalmente en la pesca. A pesar de su aislamiento geográfico, la sociedad feroesa disfruta de un alto nivel de desarrollo y bienestar.
En 2020 se inauguró el primer hotel internacional en las Islas Feroe, un Hilton en la capital Tórshavn, y también se han abierto varios hoteles boutique como el ‘Havgrím Seaside Hotel’ con vistas pintorescas a la isla vecina.
A partir de 2023, se puede llegar en vuelo directo desde Nueva York con Atlantic Airways. Para un país con más ovejas que personas, la apertura de nuevos hoteles y una ruta aérea directa son cambios significativos en los últimos años.
Uno de los aspectos que sorprende a quienes visitan este territorio es la eficiente red de carreteras y túneles que conecta las ciudades entre sí.
En las Islas Feroe encontramos la primera rotonda submarina del mundo y túneles impresionantes que facilitan la comunicación entre los habitantes.
Destaca el hecho de que el país solo cuenta con cinco semáforos para regular el tráfico, todos concentrados en Tórshavn, donde reside la mitad de la población feroesa.
Al visitar las Islas Feroe, es fundamental alquilar un coche para desplazarse de un pueblo remoto a otro y disfrutar de la belleza de sus paisajes. Las vistas valen la pena, con cascadas espectaculares, arcoiris y la cercanía del mar en cualquier punto del archipiélago.