Suso Díaz, el hombre que mandaba libros a la vicepresidenta

El legado de Suso Díaz: un luchador por los derechos

El famoso poema de Brecht empieza hablando de quienes luchan un día y son considerados buenos, y termina enfatizando que aquellos que luchan toda su vida son los realmente necesarios. A pesar de esto, sabemos que a veces, detrás de un idealismo, puede haber aspectos negativos en una persona. Suso Díaz, un gran defensor de los derechos de todos, era también una persona extraordinaria. Aunque se suele mencionar que «de mortuis nihil nisi bonum», en vida, nadie lo cuestionó y es importante reconocerlo. Ser comunista y sindicalista, y ser una buena persona, no son características que hoy en día se valoren mucho, pero Suso era una gran persona sin importar su ocupación.

Xesús Díaz Díaz nació en Ferrol, una ciudad de marineros y obreros, en 1944. Justo en ese año, un militar resentido había ganado una guerra y comenzaba una dictadura. Suso provenía de una familia de izquierda; su padre, originario de Lugo, había emigrado a Cuba antes de llegar a Ferrol. Cuando Suso entró como aprendiz en Astano a los 14 años, tenía claro a qué parte de la ciudad pertenecía y rápidamente se unió a sus compañeros.

De esos años de lucha y represión, el momento más recordado fue el 10 de marzo de 1972, cuando la policía disparó contra trabajadores, causando la muerte de dos y dejando a muchos heridos. En ese entonces, Suso ya había sido detenido tres años antes. Hablaba sobre cómo, a pesar de sus diferencias, «los trabajadores eran uno» y las familias apoyaban a los presos sin importar su tendencia política. Cuando fue encarcelado tras los eventos de marzo, su hija era todavía muy pequeña y su encuentro fue muy emotivo.

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, abraza a su padre, el sindicalista gallego, Suso Díaz, en mayo de 2023.
Yolanda Díaz abraza a su padre, Suso Díaz, en mayo de 2023.

Cuando su hija, conocida como “la hija de Suso Díaz”, llegó a ser vicepresidenta del Gobierno, Suso se convirtió en «el padre de Yolanda Díaz» a nivel nacional. Le llenaba de orgullo, aunque también lamentaba perder más momentos con su nieta, Carmela, que estaba aprendiendo gallego. Siempre le decía a Yolanda lo que pensaba, pero no lo que debía hacer.

En el ámbito sindical y político, la crítica era común. Suso, aunque revisaba cada texto meticulosamente, nunca criticó con dureza a sus compañeros, incluso si sus trayectorias lo decepcionaban. Se limitaba a sacudir la cabeza con incredulidad o a murmurar en desacuerdo.

Crecer en el barrio de Caranza, un área destinada a los obreros, formó su vida. Luego, se estableció en Fene, donde vivió junto a su esposa e hijos. Aunque fue secretario general de CC OO en Galicia durante ocho años, lo hizo sin un sueldo oficial.

Tras enviudar y jubilarse, Suso vivía en Santa Cruz, Oleiros, disfrutando de pequeñas cosas como charlar con amigos y escuchar su colección de discos. Ayudaba a sus hijos, incluyendo a Yolanda, enviándole libros y cuidando de su nieta. Aunque a veces lo hacía de mala gana, seguramente disfrutaba esos momentos.

En sus últimos tiempos, padeció cáncer de pulmón, enfrentándose a complicaciones. Asistió a una manifestación contra la violencia en Palestina, lo que algunos consideraban imprudente, pero Suso vivió según sus propias decisiones, dedicando su tiempo a luchar por los demás.

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