Alfredo Saade, el rebelde inesperado

La Importancia de Argumentar en Política

El presidente Petro menciona en su Twitter la necesidad de “argumentos, siempre argumentos” después de su discurso en el Congreso el 20 de julio. Este enfoque es crucial en la política y debe ser parte fundamental de las discusiones. Sin embargo, a menudo se reconoce que la **falacia** puede estar presente.

Curiosamente, ¿no es el mismo presidente que promueve esta **idea** de argumentos quien ha caído en numerosas ocasiones en actos de descalificación personal? Por ejemplo, el caso de la muerte del empresario William Vélez, donde se hicieron acusaciones sin pruebas. También se cuestiona la continuación en el cargo de una notaria que estuvo implicada en la firma ilegal de contratos millonarios, y la situación de su exfuncionario Carlos Ramón González, quien es buscado por la justicia.

Un argumento que merece ser explorado es: ¿cómo justifica el presidente que una persona problemática y con antecedentes conflictivos esté tan cerca de él en el gobierno? Este individuo ha hecho declaraciones que atentan contra la **democracia**, pidiendo incluso el cierre del Congreso y de los medios de comunicación. ¿Qué justificación puede haber para escuchar a alguien que se comporta de esta manera?

Alfredo Saade parece sentirse complacido cuando lo mencionan, sobre todo en el marco de sus declaraciones controvertidas. Esto le permite obtener visibilidad y seguir propagando **mentiras**. Por ejemplo, evade sus responsabilidades sobre un contrato de pasaportes y acusa a los periodistas de ser parte de intereses privados. Cuando se le interroga sobre su pasado político, en lugar de responder, descalifica a quienes le hacen preguntas.

Un editorial de un diario ha señalado la preocupante tendencia de valorar las mentiras de los demás y de considerar las propias como insignificantes. Esta situación provoca que los ciudadanos pierdan confianza en sus representantes. Para ser funcionario, se destaca que no se necesitan grandes credentials, pero sí **honestidad**, una característica que parece estar ausente en el caso de Saade.

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