La Evolución de la Comprensión sobre el Comportamiento Femenino en Primates
Hace algunas décadas, los biólogos creían que las conductas reproductivas de las hembras eran **simples** y pasivas. Esta visión limitante se debía a que la ciencia estaba dominada por hombres que prestaban más atención a las acciones de los machos, ignorando la importancia de las hembras. Así, durante años, la biología formuló teorías sobre la sexualidad que no reflejaban la **realidad** completa.
El modelo predominante en la primatología se enfocaba en las hembras, pero sin un análisis crítico. La mayoría de quienes definían el campo eran hombres que confirmaban sus propias **creencias** y **prejuicios**.
El trabajo de pioneras como Jane Goodall y Dian Fossey cambió esta perspectiva, promoviendo nuevos enfoques. Sin embargo, la revolución impulsada por Sarah Blaffer Hrdy y Amy Parish transformó la primatología y nuestra comprensión de la **evolución**, la **sexualidad** y los **roles de género**.
Hrdy comenzó su investigación sin un objetivo feminista; quería entender por qué los machos de langur asesinaban crías. Sus descubrimientos la llevaron a cuestionar creencias basadas en la **pasividad** de las hembras. Observó que las langures se aparean con varios machos para no revelar la paternidad y proteger a sus crías, lo que denominó «contraestrategias sexuales». Así, probó que las hembras tienen **estrategias reproductivas** activas y complejas.
En sus estudios, Hrdy demostró que la maternidad en mamíferos, incluidos los humanos, no solo depende de la competencia, sino también de la **cooperación**. Argumentó que tanto hombres como mujeres tienen la capacidad biológica de cuidar a los bebés, desafiando los estereotipos de género.
Por su parte, Amy Parish, supervisada por Hrdy durante su doctorado, también cuestionó las creencias sobre el comportamiento de las hembras en primates. Investigó los bonobos y demostró que forman sociedades donde las **hembras** establecen alianzas, controlan recursos y tienen un gran impacto social. Su estudio reveló que el sexo en esta especie cumple funciones sociales complejas.
Ni Hrdy ni Parish intentaron argumentar que las hembras fueran moralmente superiores, sino que mostraron que el comportamiento social y sexual en primates y humanos es más complejo de lo que las teorías centradas en machos habían sugerido.
La conducta **promiscuidad** entre hembras no es una excepción, sino una norma. Las hembras también deciden sobre reproducción y alianzas. Aun en especies con aparente dominancia masculina, las estrategias femeninas resultan cruciales. Ambas reafirmaron que lo que entendemos como **natural** puede estar sesgado por la **perspectiva** de quienes investigan.
Londa Schiebinger, historiadora de la ciencia, señaló que este **sesgo androcéntrico** ha afectado diversas disciplinas científicas. En áreas como la medicina y la arqueología, las conclusiones se basaron en evidencias limitadas, ignorando realidades importantes.
Los esfuerzos de Hrdy y Parish muestran que la ciencia debe someterse a una evaluación crítica. En lugar de desestimar datos que no coinciden con las teorías dominantes, eligieron investigar y cuestionar sus propios supuestos.
La revolución en la primatología nos enseña que las narrativas sobre lo que consideramos **natural** a menudo revelan los intereses de quienes las crean. Al ampliar el **perfil** de quienes investigan, se han descubierto patrones que antes no se entendían.
El legado de Hrdy y Parish va más allá de sus descubrimientos. Ambas demuestran que no debemos aceptar interpretaciones que usen la **naturaleza** como justificación para cualquier orden social. Esto se debe a que nuestra comprensión está condicionada por nuestros contextos culturales.
Sandra Caula es filósofa y autora, y Pablo Rodríguez Palenzuela es catedrático de Biología en Madrid.