Cantar sin vergüenza

El Regreso de las Variedades Lingüísticas en la Música

Recientemente, tuve una conversación con mi abuelo, un hombre de más de noventa años de Cáceres, sobre una mujer que vive cerca de él y que se iba al pueblo por unos días. Esta mañana, mientras me cortaba el cabello en la barbería, escuché a un joven cantando una de las canciones de Bad Bunny, “Un verano en Nueva York”. Este fenómeno lingüístico, que forma parte del habla en Extremadura y que mi abuela solía mencionar cuando decía que no dejaba de llover, ha sido corregido una y otra vez en las escuelas, etiquetándolo como lambdacismo. Es una forma de pronunciación que ha sido estigmatizada y que prácticamente ha desaparecido entre los jóvenes de nuestro país. Sin embargo, para sorpresa de muchos, ha vuelto a aparecer gracias a la música que llega de América, resonando día y noche, casi como un acto de justicia poética hacia las lenguas locales. Esto nos recuerda que tenemos el derecho de hablar y cantar utilizando nuestras variedades lingüísticas y, más importante aún, que podemos tener éxito al hacerlo.

Este retorno a las raíces lingüísticas no solo es un signo de identidad, sino también un espacio donde se celebra la diversidad cultural. La música ha demostrado ser un canal poderoso para revivir y valorar las distintas formas de hablar que corresponden a cada región. Las canciones que escuchamos, que incorporan expresiones propias y acentos únicos, son una forma de resistencia y un homenaje a nuestras raíces. La aceptación de estas manifestaciones sonoras nos permite conectar con nuestras raíces y celebrar la riqueza de nuestras diversas tradiciones lingüísticas mientras disfrutamos de la música contemporánea.

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