Acuerdo Comercial entre la UE y Estados Unidos: Desafíos y Realidades
El reciente acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos, alcanzado el domingo, es todavía más un pacto político que un acuerdo firme. Aún se necesitan detalles específicos por escrito. Sin embargo, ya hay aspectos de este acuerdo que parecen difíciles de implementar en la práctica. Por ejemplo, la UE se ha comprometido a gastar 750.000 millones de dólares (alrededor de 650.000 millones de euros) en la compra de petróleo o gas natural estadounidense. La situación es aún más complicada porque el gobierno de la UE y los países miembros no pueden asegurar que las inversiones de 600.000 millones de dólares en la economía de EE. UU. se lleven a cabo, ya que eso depende principalmente de las decisiones de las empresas y sus accionistas, no de los gobiernos.
Una fuente de la Comisión Europea señaló que han recopilado información sobre las intenciones de inversión, pero esto solo se expresará como un deseo en la declaración conjunta. Por tanto, no es un compromiso que la UE pueda garantizar. Como dijo Olof Gill, vocero de asuntos comerciales, “no podemos obligar a las empresas a actuar de cierta manera, pero podemos comunicarnos con ellas para comprender mejor la situación”.
Óscar Guinea, investigador del Centro Europeo para la Economía Política Internacional (ECIPE), resumió el tema al indicar que “son las empresas las que compran, no los gobiernos”. Por lo tanto, si las empresas encuentran combustible más barato en otro lugar, no hay mucho que las autoridades puedan hacer. Aunque existen ejemplos, como la intención de eliminar el gas ruso para 2028, que lleva a pensar en comprar a EE. UU., ya que es una opción más accesible.
La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, presenta el acuerdo como una estrategia para que la UE logre su objetivo de reducir la dependencia del gas ruso a finales de 2027. Sin embargo, esto podría generar una nueva dependencia energética, esta vez de Estados Unidos, lo que complica aún más la situación.
Lograr que la UE adquieran combustibles por valor de 250.000 millones de dólares al año hasta 2028 es una tarea monumental. Según un informe de Goldman Sachs, esa cantidad superaría en más de tres veces las importaciones energéticas actuales de la UE desde EE. UU. Esto va en contra de la recomendación de diversificar las fuentes de suministro.
Si se alcanzaran estos volúmenes, casi el 60% de las importaciones energéticas de la UE serían de EE. UU., mientras que el 80% de las exportaciones estadounidenses de energía terminarían destinadas a Europa. En 2024, la UE importó 376.000 millones de euros en hidrocarburos, un 7% menos que el año anterior.
Los expertos advierten que, incluso si el acuerdo se cumple, es poco probable que la UE pueda importar dos tercios de su energía de EE. UU. en los próximos tres años. La capacidad de EE. UU. para exportar la cantidad necesaria es limitada debido a la falta de barcos y plantas de licuefacción, lo que llevará años aumentar.
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, la UE ha hecho importantes esfuerzos para reemplazar el gas ruso con importaciones de gas natural licuado de EE. UU. Sin embargo, la escasez de capacidades en algunos países, especialmente en Alemania, ha complicado este proceso. En resumen, alcanzar el objetivo de 750.000 millones de dólares en compras en tres años parece demasiado ambicioso y podría requerir importantes cambios en la infraestructura.
Este compromiso de adquirir más petróleo y gas de EE. UU. forma parte de las concesiones que la UE ha hecho para evitar una guerra comercial más extensa con Donald Trump. También podría resultar en un giro en la política de la UE hacia las energías renovables, ya que se priorizaría la compra a Estados Unidos en mayor medida.
Asimismo, el pacto de invertir 600.000 millones de dólares en la economía estadounidense surge en un momento donde la UE necesita fomentar su propia inversión interna para mejorarse en infraestructura y defensa.