Expedición científica en el K2: Glaciología en Pakistán y Groenlandia
Nicolás González no se esperaba tener que caminar con gran esfuerzo en pleno febrero y en medio de una tormenta de nieve a -25 grados de temperatura. Para su consuelo, no lo hacía solo. Detrás de él, dos porteadores llevaban 25 kilos de equipamiento científico, liderados por el alpinista vasco Alex Txikon. Todos ellos se dirigían al campo base del K2 en la cordillera del Karakórum (Pakistán), muy cerca de la frontera china. El objetivo del joven de 30 años no era alcanzar la cima, sino recolectar muestras de nieve de uno de sus glaciares, el Baltoro, de unos 60 kilómetros de longitud. Si todo salía bien, estaría más cerca de obtener su doctorado en Geología por la Universidad del País Vasco.
Durante la expedición invernal de 2019, recuerda González, las nevadas en la zona fueron las más intensas en medio siglo. A pesar de contratiempos, lograron extraer las muestras y realizar la investigación. Su objetivo era analizar cómo el carbono negro afectaba a la nieve en el manto estacional.

Fernando Domingo-Aldama
Las áreas con hielo permanente en el planeta son de gran interés para este grupo de investigadores centrados en la criosfera. González también ha estudiado el hielo del glaciar de Monte Perdido —cuya desaparición es inevitable— y actualmente participa en un estudio con un núcleo de hielo superficial de Groenlandia, extraído a unos 120 metros de profundidad, en el proyecto EastGRIP.
Este laboratorio pionero en España, ubicado en el centro BC3 de investigación sobre el cambio climático en Leioa (Bizkaia), se llama Izotzalab (izotz significa “hielo” en euskera). Allí, hasta seis investigadores trabajan con hielo de diferentes partes del mundo en condiciones similares a las de estos lugares. Patricia Muñoz, técnica de investigación, explica que pueden regular la humedad y temperatura del aire y suelen trabajar a entre -20 y -30 grados. Siempre hay dos personas trabajando, tomando descansos cada hora y vistiendo ropa especial para protección.
El hielo se conserva en bolsas de plástico en arcones a temperaturas de hasta -80 grados. Se extrae una muestra del cilindro bruto para su análisis. En total, guardan unos 600 kilos de hielo, suficiente para «varios años» de trabajo. Aunque no se puede asignar un valor monetario al hielo, los procesos de extracción han implicado expediciones millonarias.
Sérgio Henrique Faria lidera Izotzalab y destaca la importancia de la información contenida en el hielo. Destaca que al depositarse la nieve, captura la química atmosférica, conservando el aire exacto del momento de deposición. En este laboratorio, el grupo ha llegado a analizar atmósferas de hace 130.000 años en Groenlandia. Faria subraya que la desaparición del hielo es un indicador clave de los efectos del cambio climático.

El descongelamiento de los glaciares afecta a la seguridad hídrica de comunidades que dependen de ellos. El aumento del nivel del mar es una preocupación en los polos. El hielo es un indicador crucial de los efectos del cambio climático, concluye el investigador del BC3.
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