Conducción a bajas revoluciones: un error que te costará caro

En tiempos de cambio al coche eléctrico y con el alto costo del combustible

En estos días de transición al automóvil eléctrico y con el elevado precio de la gasolina, nos encontramos obsesionados por reducir el consumo y las emisiones de nuestros vehículos de motor de combustión. Y la verdad es que es importante, ya que la vida no está para malgastar dinero sin necesidad ni contaminar por capricho.

Cuando autoridades públicas, expertos teóricos o los propios fabricantes de vehículos te instan a hacer algo para ahorrar dinero y proteger el planeta, es lógico asumir que esto es verdad no solo a corto plazo, sino también a medio y largo plazo. Es en este punto donde la recomendación de conducir con el motor a bajas revoluciones esconde una trampa realmente perjudicial y costosa.

La importancia de la temperatura del motor

Todo motor de combustión necesita alcanzar una temperatura óptima para funcionar adecuadamente. Si el motor está frío, obviamente seguirá funcionando y haciendo que el coche se mueva, pero sufrirá, consumirá y contaminará más hasta que se caliente correctamente.

Cuando el motor alcanza su temperatura ideal, es cuando el proceso de combustión se lleva a cabo de manera completa, lo que resulta en un mayor rendimiento, menor consumo y también menores emisiones contaminantes.

La temperatura del motor afecta a varios procesos en el funcionamiento de un motor.

Esta es una de las razones por las que siempre recomendamos tener precaución con el coche mientras el motor está frío. Sin embargo, hay situaciones en las que simplemente esperar a que el motor se caliente no es suficiente. Una de estas situaciones se relaciona con el filtro antipartículas.

Cuidado con el filtro antipartículas

El filtro antipartículas (conocido también como FAP o DPF) ha estado presente en los coches diésel desde hace muchos años y en los de gasolina desde hace menos tiempo. Esto se debe a las normativas de control de emisiones que han ido surgiendo con el objetivo de reducir las emisiones.

La función del filtro antipartículas es reducir la emisión de partículas sólidas y NOx. El problema es que, desde la perspectiva del usuario, el sistema no está tan ajustado como debiera.

Básicamente, el filtro antipartículas atrapa las partículas contaminantes para luego incinerarlas y eliminarlas. Sin embargo, para que esto suceda, es crucial que los gases de combustión alcancen la temperatura adecuada.

Esto suele ser complicado en situaciones de conducción en ciudad o tramos urbanos, donde hay muchos frenos, recorridos cortos o el motor no alcanza las revoluciones suficientes.

Esto conlleva a que las partículas no se quemen completamente, acumulándose en forma de hollín en el filtro antipartículas. Cuando la acumulación de hollín es alta, el filtro se obstruye, causando una pérdida de potencia en el motor y, en muchos casos, una avería que puede llegar a ser muy costosa, superando fácilmente los 1.000 euros.

Un filtro antipartículas obstruido con hollín

Por qué conducir a bajas revoluciones puede ser costoso

Ahora que entendemos cómo funciona el filtro antipartículas y su relación con la temperatura del motor, vamos a comprender por qué conducir constantemente a bajas revoluciones será perjudicial para nuestro motor y también para nuestro bolsillo.

Regeneración del filtro antipartículas

Cuando lo hacemos, el motor no mantiene su temperatura óptima durante todo el tiempo, ya que la demanda de potencia es baja. Esto, como mencionamos anteriormente, provoca que la incineración del filtro de partículas no se lleve a cabo o se realice de manera incompleta, lo que resulta en la acumulación progresiva de hollín.

Este problema es especialmente común en los vehículos con motores diésel, ya que en los de gasolina la temperatura de los gases de escape es mayor y suelen funcionar a revoluciones más altas por minuto.

Para los automóviles que recorren principalmente carreteras, esto no es un problema, ya que es en ese contexto cuando la centralita electrónica ordena una regeneración forzada del filtro antipartículas. Pero si no es el caso, esta regeneración se interrumpe o no se produce.

Un filtro antipartículas obstruido con hollín

Por esta razón, si tienes un coche diésel que apenas circula por la autopista, es recomendable circular a una velocidad constante con el motor entre 2.500 y 3.000 rpm durante al menos 20 minutos cada dos semanas, para garantizar que los gases de escape alcancen una temperatura óptima y forzar la regeneración del filtro. En el caso de un automóvil de gasolina, se recomienda adoptar una estrategia similar, aunque el problema suele ser mucho menos frecuente.

Esto, por supuesto, puede aumentar el consumo de combustible, pero nada comparado con los costos que podrías enfrentar en el taller mecánico si fuera necesario reparar o reemplazar el filtro antipartículas.

Otros problemas derivados de conducir a bajas revoluciones

El filtro antipartículas no es el único elemento que puede sufrir con una conducción incorrecta a bajas revoluciones.

Por ejemplo, la batería, ya que si el alternador no funciona correctamente, no cargará la misma. También el árbol de levas, que controla la apertura y cierre de las válvulas. En este caso, puede producirse una lubricación insuficiente, causando un desgaste prematuro.

De igual forma, cuando el motor funciona a bajas revoluciones, el flujo de aire en los escapes puede reducirse, lo que puede resultar en la acumulación de gases en el sistema y generar corrosión. Los pistones también pueden acumular carbonilla, afectando el rendimiento del motor y reduciendo su vida útil. Lo mismo puede ocurrir con la válvula EGR.

Consejos para acertar con las revoluciones del motor

Si tienes un automóvil relativamente moderno, es probable que incluya un indicador de cambio de marcha. Este indicador suele recomendarte cambiar a una marcha más alta muy temprano, con el objetivo de ahorrar la mayor cantidad de combustible posible y, al mismo tiempo, reducir las emisiones contaminantes.

Sin embargo, dado lo discutido anteriormente, ya entenderás por qué no es bueno seguir ciegamente estas indicaciones. Entonces, ¿cómo saber cuáles son las revoluciones y marcha correctas?

Cuando estás conduciendo por carretera y mantienes una velocidad normal o elevada, el motor no necesita responder con energía porque simplemente debe mantener la velocidad.

En esta situación, no es necesario llevar el motor a altas revoluciones (a menos que necesites forzar la regeneración del filtro antipartículas), por lo que es ideal utilizar la marcha más larga disponible (sexta si tu coche tiene esa opción), lo que reducirá el consumo de combustible y permitirá que el motor funcione eficientemente.

Por otro lado, cuando necesitas aceleración y agilidad en tu trayecto, es importante evitar que el motor se esfuerce demasiado, ya que no tendrá la potencia necesaria y, además de experimentar vibraciones excesivas y no poder realizar la combustión correctamente, consumirá más combustible en un intento de compensar.

Este escenario es común en carreteras con curvas o en la ciudad, en situaciones como al salir de rotondas, cruces o curvas cerradas. En esos momentos en los que aceleras y te das cuenta de que el coche no responde porque estás en quinta o cuarta marcha, por ejemplo.

En resumen:

  1. Cuando sabes que vas a necesitar una respuesta rápida del motor, es recomendable usar una marcha que te lo permita, es decir, mantener el motor entre 2.000 y 2.500 rpm en un coche diésel y entre 2.500 y 3.500 rpm en uno de gasolina.
  2. Si estás circulando a una velocidad constante en un terreno llano o en descenso (con una presión mínima o nula en el acelerador), aprovecha la ocasión y usa una marcha larga (sexta en carretera o autovía, cuarta en la ciudad) para reducir el consumo y el desgaste.

El manejo adecuado del cambio de marchas no siempre es sencillo y suele ser una de las áreas más débiles de muchos conductores. Esperamos que estos consejos te ayuden a mejorarlo y que, a largo plazo, tu bolsillo lo agradezca.

Fotos: Freepik

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