Reflexiones sobre la Realidad de Colombia y México
Luis Harss, el autor que inició el boom latinoamericano, entrevistó a Gabriel García Márquez en 1965 sobre la situación en Colombia. En ese momento, la guerrilla y la violencia hacían la vida muy difícil en su país. García Márquez, en una frase memorable, mencionó que “nadie duerme bien en Macondo”, refiriéndose a una atmósfera de desconfianza y hostilidad.
Macondo se convirtió en una metáfora clave en su obra, especialmente en Cien años de soledad, donde también evocó su pueblo natal de Aracataca, un lugar lleno de recuerdos, como los grandes árboles y las piedras que su abuelo le enseñó.
La entrevista, que apareció en el libro Los nuestros, refleja un momento crítico en la historia de Colombia, marcada por la amenaza constante de asesinato y el cinismo de quienes perpetran la violencia. Este sentimiento de rabia que Gabo expresaba se me hace eco hoy en día, donde los desastres globales de lugares como Gaza y Ucrania hacen que el sueño de paz parezca inalcanzable.
Lo que parece lejano, como si ocurriera en otro lugar, también se siente en el sueño mexicano. Recordando mi llegada a México en 1973, un país que ofrecía refugio durante la dictadura en España, asistí a un homenaje al poeta León Felipe, que se convirtió en un símbolo de esperanza. México, tras los eventos de Tlatelolco, era un espacio para artistas y la cultura, donde figuras como Chavela Vargas y Juan Rulfo florecieron.
Regresé a México muchas veces, disfrutando del auge cultural, como la FIL en Guadalajara. Pero, lamentablemente, las sombras comenzaron a expandirse. La alegría se opacó y la violencia se volvió cotidiana. Un amigo me comentó sobre el miedo que se siente, donde las armas son baratas, y una mujer describió huir de balas cerca de su casa.
En mi reciente visita a México, sentí que la realidad de la violencia seguía presente, recordando el doloroso pasado de Ayotzinapa. La preocupación de cada día se ha transformado en una normalidad dolorosa, donde muchos que están detrás de estos crímenes buscan la oportunidad en eventos significativos, como si fuera un guion del Padrino.
No obstante, también he podido ver sonrisas y celebraciones, niños y jóvenes que transitan por las calles. Esta dualidad me lleva a pensar que, a pesar de las dificultades, el futuro puede llevar el nombre de esperanza. Sin embargo, como en la metáfora de Gabo, la realidad hoy en día hace que en México sea complicado dormir con tranquilidad.
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