El camino debe ser institucional.

La Importancia de Defender la Democracia

La **democracia** no solo se acaba con golpes de Estado o gobiernos militares. A veces se va debilitando lentamente, bajo el mando de aquellos a quienes elegimos para protegerla. Esta advertencia de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en su libro ¿Cómo mueren las democracias?, es muy relevante en nuestro país hoy, dada la actuación del presidente, quien, desoyendo la Constitución y la ley, firmó un decreto para convocar a una **consulta popular** que ya había sido rechazada por el Senado el 14 de mayo. Esto fue confirmado por el presidente del Senado al enviar el documento formalmente al registrador nacional.

Esta situación no se trata de una simple diferencia de opiniones legales. Es una ofensa directa a los mecanismos que sostienen nuestra **democracia**. Cuando se ignoran o desprestigian los poderes del Estado y se alteran las reglas del juego de manera unilateral, no arriesgamos solo una decisión específica; estamos amenazando la misma estructura de nuestra orden constitucional.

Por lo tanto, no podemos conformarnos con solo sentir indignación o hacer comentarios débiles. Es tiempo de recordar que la única forma válida para una convivencia democrática es la **institucional**. Aunque nuestras instituciones tengan fallos y algunas decisiones sean criticables, son el único camino legítimo para canalizar diferencias, resolver conflictos y asegurar la alternancia en el poder. Las democracias dependen del respeto a las normas, de cumplir la ley y de tener pesos y contrapesos efectivos.

Siguiendo este camino institucional, el registrador nacional tomó una decisión el 17 de junio que respeta la separación de poderes y asegura que cualquier acción se ajuste a las reglas democráticas. De igual forma, el Consejo de Estado ha suspendido temporalmente los efectos del llamado “Decretazo” para realizar un estudio según las normas constitucionales y evitar daños irreparables. El presidente debería respetar estas decisiones como una muestra clara de su compromiso con la Constitución y la ley.

Además, todos los actores en la **democracia** deben dar el ejemplo. Nos preocupa que varios partidos políticos hayan decidido no asistir a la Comisión de Garantías Electorales, convocada por el Gobierno tras el atentado contra el senador Miguel Uribe. A pesar de sus razones para cuestionar al Gobierno, esta Comisión es precisamente el lugar legal y constitucional para expresar preocupaciones y exigir garantías. No participar en estos espacios no fortalece la democracia, sino que la debilita. Es como dar la espalda a las reglas del juego, contribuyendo (quizás sin querer) a la misma erosión institucional que se critica.

En tiempos de tensión y polarización, cuando las emociones están a flor de piel y las pasiones políticas amenazan con salirse de control, debemos insistir en la vía **institucional**. No se pide que los partidos abandonen sus principios o causas – eso no es el propósito. Lo que se busca es algo más crucial: proteger la **democracia** que permite discutir esas causas de manera libre y pacífica.

La historia nos ha enseñado que la erosión democrática es un proceso gradual. Inicia con pequeños actos de desobediencia institucional, crece con la indiferencia de los ciudadanos, y se acelera cuando los políticos, incluso los bien intencionados, eligen caminos fuera de la legalidad. Si los verdaderos demócratas no se esfuerzan por utilizar los **canales institucionales**, se cierra un círculo vicioso que normaliza el abuso de poder.

Hoy más que nunca, necesitamos instituciones independientes y decididas en la defensa del Estado de Derecho. Las cortes superiores y la organización electoral tienen un rol esencial. Sin embargo, no pueden hacerlo solas. Nos corresponde a nosotros, como ciudadanos, apoyarlas y exigirles que actúen con firmeza. No podemos permitir que la manipulación de los procesos democráticos se convierta en un precedente. No debemos quedarnos callados mientras se socavan los fundamentos de nuestra **democracia**.

La **democracia** no se defiende solo con discursos. Se protege a través de acciones concretas, respeto a las normas, participación en espacios legales y firmeza en nuestros valores compartidos como nación. Y eso comienza al reconocer que, aunque a veces sea más complicado, la única vía legítima es la **institucional**.

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