La cruda realidad de los futbolistas ucranianos desplazados por la guerra
La vida de Mykola Shaparenko y Serhii Sydorchuk, así como de muchas otras personas en Ucrania, ha sido marcada por la devastación. Sus pueblos han sido arrasados, dejando a tan solo unos pocos habitantes sin acceso a servicios básicos como electricidad y agua. Las ciudades de Lunin y Mudryk en Krasnohrad han sido bombardeadas continuamente, sin mencionar que el seleccionador Serhiy Rebrov no ha regresado a su hogar en Donetsk en una década.
El equipo nacional de Ucrania, conocido como los «nómadas», ha tenido que enfrentar la dura realidad de no tener un hogar estable. En los últimos años, han tenido que jugar en distintos países como Praga, Varsovia, Eslovaquia, Polonia y Alemania, lejos de su terreno habitual. Esta situación los ha llevado a sentirse como verdaderos errantes, sin un lugar fijo al cual llamar hogar.
El peso de la guerra en la selección
La participación en la Eurocopa de Alemania no solo representa un desafío deportivo para estos futbolistas, sino también un recordatorio constante de la cruenta realidad que vive Ucrania. La situación del país se filtra en cada aspecto de sus vidas, desde el himno nacional que entonan con orgullo hasta la constante preocupación por los ataques que sufren sus familiares en territorio ucraniano.
La prohibición de utilizar teléfonos móviles que implementó el técnico italiano Luciano Spaletti en la concentración de Italia no sería viable para los ucranianos. Para ellos, esos dispositivos son la fuente principal de información sobre misiles y ataques diarios en su país. La guerra está presente en todo momento, incluso en los momentos previos a un partido.
La presencia de más de un millón de refugiados ucranianos en Alemania es un reflejo de la magnitud del conflicto que azota a la nación europea. Mientras algunos de ellos se reúnen en los estadios para apoyar a su selección, muchos otros permanecen en la línea del frente, enfrentando la dura realidad de la guerra que no da tregua.