El desafío de la corrupción en la política
Cuando la política enfrenta problemas graves, especialmente si vienen desde dentro, surgen voces que quieren cambios drásticos, como elecciones anticipadas, mociones de confianza o nuevos líderes. En esta ocasión, los escándalos de corrupción que afectan a figuras socialistas como Ábalos y Santos Cerdán han reavivado este debate. Esto nos lleva a cuestionar nuevamente: ¿debe el presidente Pedro Sánchez renunciar? ¿Es necesario convocar elecciones? ¿Se debe presentar una moción de confianza?
Mi opinión es clara: no. No es el momento de hacer elecciones anticipadas ni de rendirse. Lo que se debería hacer ahora es limpiar la situación, fortalecer el proyecto progresista y continuar gobernando. Acatar la indignación de unos pocos sería traicionar la esperanza de muchas personas.
La presión de los medios actualmente, apoyada por una oposición que ha dejado de lado la responsabilidad, ha puesto a Pedro Sánchez en un lugar complicado. Es importante recordar que renunciar, aunque en algunos contextos sea un gesto noble, no siempre resuelve los problemas existentes. A menudo, en medio de una campaña en contra, puede dar la impresión de victoria a quienes no buscan mejorar la situación, sino destruirla.
Desde la derecha, lo que piden es la cabeza de alguien, no una limpieza real. Esto no lo hacen por razones éticas, sino por estrategia. La misma derecha que bloqueó la renovación del Poder Judicial ahora se presenta como defensora de la integridad. La misma que, en el pasado, ignoró tramas de corrupción y ahora exige que el Gobierno se disuelva por las acciones de tres personas.
No podemos responder a cada caso de corrupción individual con una crisis más grande. El partido ya ha actuado, ha expulsado a los implicados y colabora con la justicia para mejorar los controles internos. ¿Cuál sería el sentido de disolver un gobierno legítimo porque un exasesor y dos exdirigentes han hecho cosas malas?
Una moción de confianza tampoco es la respuesta. No faltan quienes creen que esto podría renovar el liderazgo frente al Parlamento, pero ¿qué lograría esto realmente? El Gobierno actual cuenta con una mayoría legítima y ha aprobado reformas importantes. No hay una crisis de apoyo en el Congreso, así que forzar una moción de confianza solo traería inestabilidad y beneficiaría a la oposición.
Por supuesto, lo que ha pasado es muy grave. Las acciones de personas de confianza son impardonables. Sin embargo, el PSOE no es un partido corrupto ni el Gobierno forma parte de una trama. Pedro Sánchez no es cuestionado por su comportamiento personal, sino porque confió en quienes no debió.
El problema fue confiar sin el control adecuado, pero la respuesta ha sido adecuada: expulsiones, autocrítica y un firme compromiso hacia la regeneración. Este es el verdadero liderazgo y gobernar de manera responsable.
Las personas están cansadas de escándalos y de tácticas partidistas que paralizan a los gobiernos. Lo que se necesita ahora del Ejecutivo es claridad y acción, que implican hacer limpieza dentro del partido, revisar los controles y seguir gobernando con integridad.
No es momento de rendirse; hay que combatir la corrupción desde el Gobierno, protegiendo lo que es importante: el salario mínimo, la transición energética, la ley de vivienda y el bienestar social. ¿Dejaremos todo de lado por las malas acciones de unos pocos?
Pedro Sánchez ha enfrentado esta crisis con valentía, pidiendo perdón y actuando con firmeza. No se trata de salvar un nombre, sino de proteger un proyecto político que ha demostrado que se puede gobernar de manera efectiva y responsable desde la izquierda.
La mejor respuesta ante esta crisis no es renunciar. La verdadera respuesta es demostrar que la izquierda no tolera la corrupción y que los logros no pueden ser arrebatados por quienes ven la política como un negocio. La dignidad se muestra limpiando, no huyendo.
No todos son iguales en esta lucha. El Gobierno debe seguir marcando la diferencia.
Miguel Soler es secretario de Educación de la ejecutiva del PSPV-PSOE