Cuando hablamos de alimentación, las dificultades que enfrentan los astronautas, las personas mayores y los afectados por desastres son más parecidas de lo que podrías pensar.
Las agencias espaciales de todo el mundo están implementando planes para establecer bases en la Luna. Un desafío clave es cómo alimentar a los astronautas cultivando alimentos frescos en las extremas condiciones de la superficie lunar, donde el suelo es poco nutritivo y el agua y el aire son escasos. Enviar suministros desde la Tierra de manera regular es demasiado costoso, y almacenar alimentos a largo plazo es complicado, ya que estos tienden a deteriorarse.
Sin **alimentos saludables**, los astronautas en misiones largas podrían enfrentar desnutrición, al igual que las personas en la Tierra. En gravedad baja, pierden masa ósea y muscular, lo que se asemeja a los cambios naturales que ocurren con el envejecimiento. Los sistemas alimenticios para futuras misiones deben ser sostenibles y **resilientes**, al igual que la producción de alimentos en la Tierra frente al cambio climático.
Aquí, destacamos cuatro áreas de conexión entre la investigación sobre nutrición en el espacio y en la Tierra que necesitan ser exploradas.
Mantenimiento del suministro de alimentos
Tras desastres, las personas afectadas necesitan acceso a alimentos. Con el suministro de agua, electricidad y gas a menudo interrumpido, existen paralelismos con operaciones remotas en el espacio. En Japón, los terremotos, tsunamis, tifones e inundaciones ocurren con frecuencia, y el país ha estado aprendiendo de estas situaciones durante la última década.
Al igual que en el espacio, los suministros de alimentos para emergencias deben ser estables cuando se almacenan a temperatura ambiente, sin electricidad ni refrigeración. Se requiere un empaque duradero que los proteja de daños y contaminación. Las comidas deben ser fáciles de preparar y consumir con un equipo limitado, además de ser elaboradas en entornos higiénicos para prevenir enfermedades transmitidas por alimentos. En Japón, se utilizan arroz pre-cocido y seco, fideos secos, productos fermentados como el miso, dulces y bebidas de gelatina, así como pescado o carne enlatada o en bolsas estériles tanto en situaciones de desastre como en el espacio.
El terremoto de Tōhoku en Japón en 2011 llevó a cambios en la gestión de alimentos para desastres. Los refugios de emergencia enfrentaron interrupciones en el suministro de alimentos y problemas con la diversidad dietética y la higiene. Reconociendo que muchos de los estándares de alimentos espaciales establecidos por la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) eran aplicables en situaciones de desastre, la Sociedad de Alimentos de Desastres de Japón lanzó su Sistema de Certificación de Alimentos de Desastres en 2015. En 2022, esta sociedad presentó un proceso de certificación cruzada simplificado, permitiendo que los alimentos espaciales aprobados por JAXA sean certificados también como alimentos de desastre.
Optimizando la nutrición
El gobierno de Japón recomienda que los alimentos proporcionados en los refugios de emergencia contengan cinco elementos: energía, proteínas y vitaminas B1, B2 y C. Estos factores previenen enfermedades por deficiencia y ayudan a mantener funciones fisiológicas básicas.
Como parte del Grupo de Trabajo del Sistema Alimentario Lunar de JAXA, se está evaluando si un conjunto de ocho cultivos esenciales —arroz, papas, batatas, frijoles de soya, tomates, pepinos, lechuga y fresas— puede proporcionar estos elementos y otros nutrientes cruciales. Estos cultivos son ricos en carbohidratos, fibra dietética y ciertas vitaminas.
Además, se están explorando fuentes de nutrientes alternativas como proteínas vegetales, que son necesarias para evitar la inseguridad alimentaria y la desnutrición en la Tierra. Existe un creciente interés en utilizar la proteína de soya por su alta producción y perfil de aminoácidos relativamente completo.
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