La Vida de los Neandertales y su Dieta a Través del Tiempo
Fuera, el viento es frío y la temperatura está cerca de los cero grados. Sin embargo, dentro de una cueva, un grupo de neandertales se agrupa alrededor del fuego. Sobre grandes piedras, adultos, niños y un anciano esperan que se cocine un trozo de gacela que cazaron esa mañana. Aunque no hay ollas ni cucharas, tienen técnicas. La carne fue cortada usando un instrumento similar a un cuchillo hecho de sílex raspado. Si alguien tiene hambre, también hay semillas, restos de tubérculos y, por supuesto, su especialidad: carne en mal estado llena de larvas y gusanos.
Esta escena pudo haber tenido lugar hace unos 300.000 años, probablemente entre Europa central y occidental. Entender cómo vivían y qué comían las comunidades neandertales es complicado, pero gracias a la investigación científica, la información está empezando a ser más clara. Recientemente, se publicaron estudios que sugieren que, aunque la palabra gastronomía no se aplica a ellos, sí existían prácticas culturales en torno a su alimentación.
Uno de estos estudios, publicado en la revista Science Advances, propone que la inclusión de gusanos en su dieta podría ser la razón de los altos niveles de nitrógeno encontrados en los huesos de los neandertales. Durante mucho tiempo, se pensó que estos altos niveles significaban que los neandertales eran carnívoros extremos. Sin embargo, esto ha sido cuestionado. Los humanos no pueden procesar tantas proteínas como los carnívoros. Surge entonces la pregunta: ¿cómo podrían los neandertales tener estos niveles isotópicos si su fisiología no lo permitía?
Ainara Sistiaga, investigadora de la Universidad de Copenhague, comenta que hay elementos que pueden ayudar a entender mejor la vida de los neandertales, que no siempre consideramos porque no son parte de nuestra idea común sobre la alimentación. Por ejemplo, comer carne en mal estado llena de gusanos es algo inimaginable hoy en día, excepto en algunas culturas que tienen costumbres específicas.
La investigación sugiere que la carne en mal estado, llena de larvas, podría ser clave para entender los altos niveles de nitrógeno encontrados en yacimientos a lo largo del tiempo. Las larvas podrían tener niveles de nitrógeno aún más altos que la carne misma, y al ser consumidas junto a ella, alteran significativamente el registro isotópico de quienes las ingieren. Se cree que esto fue una elección estratégica para aumentar la ingesta de grasas y proteínas, especialmente durante los meses fríos.
Aunque el estudio ofrece nuevas ideas, también tiene limitaciones. Manuel Domínguez-Rodrigo, profesor en la Universidad de Alcalá, señala que esta hipótesis es «muy especulativa». La alta presencia de nitrógeno en los huesos podría deberse a diversos factores. Por ejemplo, consumir estiércol también podría explicar altos niveles de nitrógeno. La clave está en cómo pasar de una idea especulativa a una prueba científicamente comprobable.
Las incertidumbres sobre lo que realmente ocurrió demuestran la dificultad de reconstruir la dieta de una especie extinta que sobrevivió miles de años en circunstancias climáticas y geográficas cambiantes. Este tipo de estudios aporta nuevas piezas al rompecabezas de la evolución humana.
Diversidad Cultural entre Grupos Neandertales
Otro estudio reciente, publicado en Frontiers in Environmental Archaeology, compara cómo diferentes grupos neandertales que vivieron cerca uno del otro en el Levante mediterráneo cortaban sus alimentos. Anaëlle Jallon, investigadora de la Universidad Hebrea de Jerusalén, señala que las diferencias en las técnicas utilizadas indican que había diversidad cultural en su cocina.
Aunque ambos grupos compartían el mismo entorno y utilizaban las cuevas para residencia y tareas diarias, cada comunidad tenía su propio método para procesar los alimentos. Esta diversidad se mantuvo a través del tiempo, sugiriendo que sus tradiciones fueron transmitidas de generación en generación.
Aunque los investigadores no pueden reconstruir con exactitud sus técnicas culinarias, se sugiere que existían diferencias en los gustos y saberes culinarios. Es probable que usaran ingredientes similares, pero cada grupo tenía sus propios platos estrella.
El Complejo Atlas Alimenticio de los Neandertales
Definir la dieta de los neandertales es tan complicado como definir una dieta única entre los humanos. Ocuparon un territorio vasto, lo que hace difícil componer un atlas alimenticio. Mientras que algunos alimentos, como la carne, dejan una marca en los huesos, otros, como vegetales, no lo hacen.
Sistiaga destaca que los restos de plantas son difíciles de encontrar. Métodos como el análisis del sarro dental se utilizan, pero los hallazgos son limitados. Por ello, se ha dado una imagen sesgada hacia los neandertales como hipercarnívoros.
Sin embargo, hay evidencia de que también consumieron una variedad interesante de alimentos. Un estudio reciente muestra que, hace 90,000 años, los neandertales en Lisboa disfrutaban de mariscos. En otra investigación, se encontró que recolectaban setas y podían haber consumido miel como fuente de energía.
La búsqueda de una buena dieta parece haber moldeado a la especie Homo de una manera significativa. Un estudio de 2015 sugiere que la capacidad de cocinar apareció hace más de seis millones de años, lo que permitió la evolución del cerebro humano. Cocinar hace los alimentos más fáciles de digerir y aporta más calorías al organismo.
Parece que la búsqueda del sabor fue uno de los motores evolutivos y, tal vez, todo comenzó con un trozo de carne llena de gusanos.