Petro necesita sanar | EL PAÍS América Colombia

Reflexiones sobre la situación actual y el liderazgo de Gustavo Petro

Voté por **Gustavo Petro** llena de esperanza, atraída por sus promesas de cambio y su compromiso con los **más vulnerables** y el **medio ambiente**. Su discurso sobre la **justicia social** y el acuerdo que firmamos tras mi elección como **senadora** para mejorar las condiciones de los **animales** me motivó a apoyarlo. Petro parecía comprender que no se puede alcanzar la **paz** mientras exista violencia contra los seres más indefensos. Además, entendía que el **Estado** necesita dejar de ignorar a las criaturas más frágiles de nuestra sociedad. Recuerdo el momento en que firmamos nuestro acuerdo, sellado con un abrazo que simbolizaba el amor por nuestra causa.

Sin embargo, ahora que hemos llegado al final de la penúltima legislatura del **Congreso**, y mientras el país está sumido en el miedo y el odio, tengo que decir que el amor que Petro predicaba ha dado paso a la rabia y a la desconfianza. He experimentado en carne propia cómo este cambio ha influido en su grupo de apoyo, que ha reaccionado con hostilidad hacia quienes se atreven a cuestionar sus decisiones.

A veces me pregunto si el constante énfasis en el amor y la belleza, que Petro convirtió en slogans políticos como “**el país de la belleza**” y “**la política del amor**”, es solo una forma de ocultar el rencor que han estado expresando. Es preocupante la rapidez con la que nos llaman traidores a quienes, a pesar de estar a favor de ciertas reformas, tenemos opiniones diferentes. Sus ataques a proyectos de ley de otros congresistas que no siguen su línea son evidentes; la forma en que intentan desacreditar a quienes no actúan de manera sectaria resulta alarmante.

Los psicólogos dicen que la **formación reactiva** es una defensa en la que se exageran emociones opuestas a lo que realmente se siente. Por ejemplo, cuando alguien siente rencor, puede mostrar una simpatía extrema. Este fenómeno también puede aparecer en grupos que comparten las mismas emociones. Para avanzar, es crucial reconocer y sanar las heridas colectivas. La agresividad de Petro y su grupo, expresando consigas como “**libertad o muerte**”, no es una buena forma de gobernar. Esta actitud solo crea más resistencia a los cambios que muchos anhelamos.

En mi lucha por los **derechos de los animales**, he aprendido que la determinación es compatible con la bondad. **Petro** y su equipo, que son valiosos para **Colombia**, deben encontrar una forma de sanar y no dejar que su rabia arrase con el país. Tienen la oportunidad de concretar un legado de reformas sociales que perduren y no ser recordados solo por su retórica bélica. Espero que en su último año, Petro y su bancada elijan un enfoque más colaborativo y nos permitan contribuir a mejorar la situación.

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