Reevaluación | EL PAÍS Chile

La Renuncia del Director del SII y su Implicaciones en la Democracia Chilena

Días atrás, el Gobierno solicitó la renuncia de Javier Etcheberry, quien era el director del Servicio de Impuestos Internos (SII). Este hecho no parece estar relacionado con su carrera profesional, sino más bien con un problema de ética. La razón oficial detrás de esta solicitud fue “resguardar el buen funcionamiento del Servicio en un entorno de creciente tensión política”.

Todo se complicó cuando un reportaje de la TV pública reveló que Etcheberry había mantenido una propiedad con construcciones no regularizadas durante nueve años, sin pagar las contribuciones correspondientes. Rápidamente, se supo que otros funcionarios públicos también estaban en una situación similar, pero solo Etcheberry fue destituido. Las razones de este trato desigual por parte del Ejecutivo son inciertas y están sujetas a especulación.

Es importante señalar que Etcheberry había tenido conflictos con políticos y grupos por un proceso de reavalúo que aumentó significativamente las contribuciones, sin criterios claros para los ciudadanos. Lo que debería haber sido una reforma para mejorar la equidad fiscal se convirtió en un conflicto político. Muchos acusaron al SII de actuar de manera arbitraria, ya que no había una evaluación clara o mecanismos para apelar las decisiones.

Este escándalo, que fue percibido como una contradicción, afectó la legitimidad del proceso de reavalúo. Cuando quienes están a cargo de implementar rectificaciones no se adhiere a las mismas normas, se erosiona la confianza no solo en el sistema fiscal, sino en el modelo político en general.

Esto nos lleva a un gran dilema. Estamos ante un “reavalúo” institucional, donde la ciudadanía evalúa la transparencia y la ética de las acciones. La pregunta es: ¿será un verdadero proceso de revisión o simplemente una actuación superficial del juego político, donde las sanciones se aplican de forma selectiva?

En los próximos meses, Chile no solo enfrentará elecciones, sino un reexamen más profundo de su democracia. Este análisis no tiene que ver solo con los procedimientos técnicos, sino con lo que realmente valen nuestras instituciones y liderazgos. La cuestión ya no es quién gana, sino cuánto valor tiene la democracia para la ciudadanía. En un período de tensión política y desconfianza, se espera una evaluación exhaustiva.

No es casualidad que cuestionamientos sobre el pasado militar y diferentes narrativas políticas resurjan. Este reavalúo institucional pone en riesgo la legitimidad del sistema, y algunos segmentos están dispuestos a despreciar la democracia si sienten que no se garantiza el orden.

Así como un inmueble puede perder valor por problemas ocultos, la democracia también puede desvanecerse si no se defiende su integridad moral. Chile está a punto de vivir una nueva etapa de evaluación sobre su modelo político y, en este proceso, no solo se juzgarán a los candidatos, sino el sistema en su totalidad. ¿Aún vale la pena la democracia tal como la conocemos?

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