Reflexiones sobre el Gobierno de Gustavo Petro
El verdadero problema no radica en que Gustavo Petro y su Gobierno sean de izquierda. De hecho, ser parte de una izquierda democrática es tan significativo como ser del centro o de la derecha. Una postura política no debería ser motivo para descalificar a nadie, siempre que se respeten los derechos de los demás y se acepte el marco democrático.
Si un gobierno de izquierda (o de derecha) solo designa ministros de su misma ideología y elige construir un país siguiendo principios progresistas (o conservadores), debemos respetar el proceso electoral y las decisiones que tome, siempre que se mantenga dentro de la Constitución y el respeto por la división de poderes. Si este gobierno no tiene éxito, será justo ser votado en contra en las próximas elecciones. Por el contrario, si sus decisiones generan mejoras en la realidad nacional, es probable que obtenga apoyo en las urnas.
Sería crucial para Colombia romper el ciclo de la pobreza. Convertir a los trabajadores informales en empleados o emprendedores con ingresos dignos y una calidad de vida adecuada sería un gran avance. También sería ideal que nuestro sector industrial creciera y que el turismo se consolidara como uno de nuestros motores de desarrollo. Nos gustaría dejar de ser conocidos por el narcotráfico y las mafias. Si logramos esto, no habría problema alguno.
Lo reitero: el problema no es que el presidente sea de izquierda o progresista. Los gobiernos progresistas han realizado cambios significativos en muchos lugares del mundo, desde Europa hasta Estados Unidos. La dificultad surge cuando Petro, como líder, a veces actúa de maneras que recuerdan a gobiernos de izquierda menos exitosos como los de Cuba, Venezuela o Nicaragua.
¿Acaso el presidente no percibe que, al criticar a los medios de comunicación por hacer su trabajo, se asemeja a Hugo Chávez? Este último instauró en Venezuela una ley de medios que cerró canales y periódicos bajo el pretexto de proteger al pueblo. ¿No nota que Hollman Morris ha transformado las radios y televisiones públicas en espacios en los que solo se critica a la oposición y se elogia a su gobierno?
¿No se da cuenta de que cada vez que menciona una consulta popular, revive la memoria de los referendos de Chávez que limitaron la democracia en Venezuela bajo la excusa de mejorar la calidad de vida? ¿Podría ser que Petro esté influenciado por su amigo Maduro, quien nunca mostró los resultados de las últimas elecciones y mantiene arrestado a su aliado progresista, Enrique Márquez? En resumen, el problema no es la orientación política en sí, sino las similitudes con una izquierda que ha causado más daño que beneficio.