La Semanita de Escándalos y Su Impacto en Nuestra Sociedad
Esta semana hemos sido testigos de lo sucedido en **Torre Pacheco**, así como la acusación al exministro **Montoro**. Aún estábamos procesando los recientes escándalos que involucraron a Koldo, Ábalos y Cerdán, cuando de repente nos recuerda otra serie de **faltas éticas** por parte de las figuras de poder. Lo ocurrido en **Torre Pacheco**, donde se promovió una «cacería humana» contra inmigrantes, resalta aún más esta crisis de convivencia que también surge desde las **filas más bajas**, aunque impulsada por la irresponsabilidad de políticos. Todo esto crea un **ambiente tóxico** en nuestra democracia, lleno de acusaciones sobre quién es realmente el responsable de esta situación lamentable.
Creo que, de una forma u otra, todos somos culpables. Tendemos a minimizar nuestros propios escándalos y exagerar los de los demás. La polarización actual impide una verdadera respuesta a esta situación. Esta es la oportunidad perfecta para que los errores de «los nuestros» se oculten. Si el Gobierno es criticado, siempre podrá señalar el caso de **Montoro** como respuesta y viceversa. Deberíamos dejar de lado estas excusas y buscar serios cambios, asumiendo responsabilidades y fomentando una nueva **cultura política** a través de la colaboración entre partidos.
Se dice que esta continua degradación beneficia a la **antipolítica**, a personas como Abascal, Alvise y Orriols. Las encuestas parecen indicar que esto es cierto. Sin embargo, ¿puede el odio ser realmente una solución viable frente a lo existente? ¿Dejaremos atrás avances en los **derechos humanos** por las malas acciones de algunos políticos? Lo positivo de lo que ocurrió en Torre Pacheco es que ha expuesto la ira tribal de estos personajes. Quien crea que ahí hay alguna solución real, está ciego o es incapaz de ver más allá de su **resentimiento** hacia los demás.
Es curioso que, en tiempos de gran avance tecnológico, también se vea un retroceso ético. Han renacido emociones primitivas como el odio y la **codicia**, que históricamente han alimentado la corrupción. El sentimiento de convivencia se está desmoronando ante un sistema que alimenta las desigualdades. Ya lo estamos viendo en lugares como los Estados Unidos de Trump, y esta tendencia comienza a expandirse por otras democracias. Señales de esta erosión incluyen la **indiferencia** hacia las injusticias y una falta de solidaridad con aquellos que se quedan atrás. El mal está comenzando a arraigarse en nuestra sociedad, y temo que la solución solo vendrá cuando tomemos conciencia del camino que hemos elegido. Este problema va más allá de la política y los políticos.