Conservación de los tiburones a través de la ciencia
Un pequeño tiburón martillo nada frenéticamente en un recipiente plástico a bordo de una lancha en el Parque Nacional Natural Sanquianga, frente a la costa pacífica colombiana. Se trata de una hembra de Sphyrna corona, una especie peculiar conocida como cornuda amarilla por el color de sus aletas y los bordes de su cabeza curva. Este tiburón, el más pequeño de su especie, cuenta con sensores en su cabeza para percibir el movimiento de sus presas.
El biólogo marino Diego Cardeñosa, junto con pescadores locales, capturaron a este tiburón martillo para implantarle un marcador acústico y realizar un seguimiento de sus movimientos. Esta información es crucial para mapear su hábitat y contribuir a su protección.
Pero la conservación de los tiburones va más allá de esta especie en específico. Varios factores amenazan a estos animales, como la demanda de sus aletas para el mercado asiático, la captura incidental y el comercio de la carne de tiburón, lo que lleva a la muerte de millones de tiburones cada año.
A pesar de las legislaciones establecidas para proteger a los tiburones, todavía enfrentan múltiples desafíos. Por ejemplo, en el mercado de Hong Kong, dos tercios de las especies de tiburones vendidas se encuentran en riesgo de extinción. Para abordar esta problemática, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) desempeña un papel crucial al imponer prohibiciones y restricciones al comercio de especies en peligro.
Investigadores como Diego Cardeñosa y Demian Chapman utilizan herramientas como el código de barras de ADN para identificar las especies de tiburones que se comercializan, contribuyendo así a la protección de estas criaturas. Además, el monitoreo de las poblaciones de tiburones y el análisis genético son clave para establecer áreas protegidas y garantizar la conservación de estos animales.
A través de investigaciones y estudios, se busca concienciar sobre la importancia de proteger a los tiburones, no solo por su valor ecológico, sino también por su papel fundamental en los ecosistemas marinos. La ciencia, la legislación y la opinión pública deben trabajar en conjunto para garantizar un futuro sostenible para estas especies marinas.